Entrevista /Silvia Albert Sopale
La obra “No es país para negras” es una muy buena herramienta para poder hablar sobre discriminación, sobre racismo y poder colocar las cosas en su lugar
El racismo sutil es el cotidiano, este que sufrimos cada día y que pasa desapercibido”
25/05/2018, Por Ofelia E. Oliva López
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Dentro del Festival de Teatro Social Con-Vivencias abordamos este año el tema del racismo, con la obra “No es país para Negras” de Silvia Albert Sopale, que podremos disfrutar este 9 de junio, a las 21h30 en El Teatro de las Culturas. En esta historia se abordan los micro racismos cotidianos desde la perspectiva de una afro descendiente nacida y crecida en San Sebastián, haciendo hincapié en la complejidad de la identidad, en una sociedad donde tener un color de piel distinto marca la manera en cómo nos perciben, afectando a su vez a cómo nos ubicamos con respecto a los demás. Representando a varios personajes y sirviéndose del lenguaje físico nos mostrará con humor diferentes puntos de vista sobre: el racismo, la sexualidad, la mujer negra y la identidad. Hemos querido hacerle algunas preguntas sobre este proyecto escénico, su recorrido y su impacto a lo largo de todo este tiempo.
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No es país para negras, ¿no lo es? ¿Por qué es necesaria esta afirmación?
No y es necesario visibilizarlo que no lo es porque lo que está ocurriendo en España es que la mayoría de la gente se piensa que el racismo en una asignatura superada, pero, ¿quiénes lo piensan? Las personas que no sufren racismo, que son las personas blancas. Para ellas ese problema no existe porque no lo viven cada día. Las personas racializadas, que somos las que lo sufrimos, somos quiénes debemos evidenciarlo.
A parte del racismo estructural del que sí se habla, existe el racismo sutil. El racismo sutil es el cotidiano, este que sufrimos cada día y que pasa desapercibido. Gestos, miradas por la calle y una serie de comportamientos con los que nos encontramos cada día. Y este racismo lo sufrimos sobre todo las personas españolas nacionalizadas, me refiero a las que hemos nacido aquí. Porque las personas migradas tienen otro tipo de problemas, como pueden ser los papeles, la ley de extranjería o la criminalización de la pobreza, como les pasa a los manteros. Pero nosotras, mujeres afro-españolas o negras que hemos nacido y/o residimos en España, en una situación legal que te da cierta seguridad, nos encontramos igual con el problema del racismo. Es necesario poder acercar esta realidad a la gente para que no se crean que son cosas que pasaban antes, sino que siguen ocurriendo las mismas cosas y si no le prestamos atención todas y todos, nunca van a cambiar. Lo mismo que se está haciendo una revisión del feminismo (sobre el vocabulario y las actitudes machistas y sexistas que tenemos interiorizadas todas y todos), es necesario revisar-nos el racismo.
En el monólogo eres tú sola en el escenario y también detrás de él, ¿no? ¿Por qué?
La dirección de la pieza es de Carolina Torres, lo que sí es mío es la creación. Cuando hablo de creación, hablo de la idea y de ser motor. Soy la productora, la dramaturga, la intérprete y a veces hasta la técnica.
En primer lugar, por una cuestión de precariedad. No es mi ideal. Me encantaría poder trabajar con un equipo, pero no es fácil lograrlo… Perdón, yo trabajé con un equipo, “No es país para negras” éramos como siete mujeres, lo único que una vez que la pieza se estrena, poder hacer bolos de un monólogo no es fácil, ya que los precios que nos pagan al principio eran muy bajos y no daban para ir tres o cuatro personas de bolo, así que hemos estado así un par de años, teniendo que ir yo sola e incluso trabajando en cada ciudad o lugar con una técnica nueva, porque no podía pagar a la mía para que viajara conmigo. Ahora ya todo eso ha cambiado, ahora disfruto de una posición diferente en la que ya puedo pagar a mi técnica para que viaje conmigo, ya puedo contratar a una productora y yo me puedo liberar y centrarme en la interpretación, que es lo que yo quiero.
Además de la cuestión principal de precariedad, también hay una segunda cuestión de que cuantas menos personas tengas que lidiar en determinados temas es muy importante, ¿no? Porque cuando todas estamos muy de acuerdo y sabemos lo que estamos trabajando es genial, pero yo no dejo de ser una mujer negra trabajando con un montón de mujeres blancas y algunas racializadas, y ahí es donde vamos a encontrarnos siempre diferentes puntos de vista… entonces, cada vez me es más fácil poder hacer entender mi punto de vista a las otras mujeres en estas cosas de las diferencias del feminismo, pero no siempre es posible y entonces trabajar (casi) sola es una forma de protegerme.
Llevas tiempo con la obra, ¿cuál ha sido el feedback en general? Y en particular, ¿de la comunidad afro-española y/o racializada? ¿Y las personas blancas?
Sí, con la obra llevo más de dos años y, como te comentaba anteriormente, estoy encantada ahora mismo. Está teniendo una recepción fantástica.
Hago muy poca venta actualmente y hacemos muchos bolos gracias a que van llegando ofertas de contratación porque me buscan, lo cual es el sueño. Tengo varios tipos de contrataciones: instituciones, jornadas, ONGs, asociaciones, etc. Por ejemplo, asociaciones de mujeres senegalesas de Marquina u ONGs que trabajan con mujeres en África. La recepción de obra para mí es inmejorable, porque la comunidad negra se siente representada, las mujeres negras sienten que se está contando parte de su historia en el escenario y se está hablando de ellas por primera vez, cosa que agradecen un montón. Y la comunidad racializada también se siente representada y siente que tiene que ver con ellas las cosas que se están contando, que también les pasa a ellas. Me encantó el otro día un grupo de chicos marroquíes-catalanes de 14 años que vino a ver la obra y al terminar salían diciendo “esto no sólo le pasa a los negros eh, a nosotros también nos pasa”, y de ahí poder empezar a abrir una conversación con ellos/as sobre el racismo y como se afronta la integración en sociedades como la catalana, gaditana, española… porque ocurre en todas partes.
La obra es, en definitiva, una muy buena herramienta para poder hablar sobre discriminación, sobre racismo y poder colocar las cosas en su lugar, y de ahí llegamos a cuál es la recepción que está teniendo la obra en las personas blancas. Hay algunas que por el título de la obra ni siquiera se van acercar a verla y no lo van hacer porque temen que sea un montón de reproches. Que siempre yo me pregunto, ¿reproches de qué? Si tú piensas que te voy a reprochar algo es porque has hecho algo, ¿no? Y luego está la gente blanca que viene a verla y agradecen mucho el poder revisarse. Se revisan así mismas y ven todas las cosas que tiene aún pendientes, que tenemos todas pendientes por el racismo interiorizado. La pieza les sirve de guía para poder hacer esta revisión y la gran mayoría agradece un montón, entienden, comparten y repiten. La repiten, la repiten y la repiten… muchas personas vuelven.
¿Por qué Con-Vivencias?
Supongo que es lo que nos toca, tenemos que convivir y entonces tenemos que aprender a convivir, y es la riqueza que nos da el teatro y los festivales el poder convivir personas de diferentes lugares a través del arte, juntarnos y poder ser mejores personas a todas.
Para cerrar, cuéntanos tus próximos proyectos…
Una semana antes del Festival Con-Vivencias, el 2 de junio voy a estrenar en Barcelona, dentro del Festival África Movement otra obra que es un espectáculo familiar que cuenta la historia de la Reina Nzinga de Ángola. Yo empiezo hacer “No es país para negras” por la falta de referentes para mi hija y en este trayecto he encontrado un montón de historias de mujeres negras que quiero acercar a mi hija y todas las niñas/os de España, para que las conozcan porque son súper importantes y aun así no se las enseñan en los colegios. Se trata de poder cambiar el imaginario sobre África y contar historias afro diversas, en particular sobre las mujeres negras.
Del resto de proyectos, que los hay, no me gusta hablar mucho si no están muy cerrados. Soy un poco supersticiosa.